domingo, 10 de abril de 2016

El chocolate en Asturias

De origen azteca, el chocolate llegó a España en el siglo XVI y se extendió gracias a las órdenes religiosas. Era un alimento de lujo para clérigos y clases sociales altas. En 1752 había en Asturias 29 chocolateros: 23 en Oviedo, 4 en Avilés, 1 en Llanes y otro en Gijón. Su consumo se generaliza en la segunda mitad del siglo XIX gracias al aumento de la producción del cacao, la mecanización y la publicidad.
El chocolate se elaboraba artesanalmente “a brazo” o “a la piedra”. En 1853 comienza en Asturias su fabricación industrial en “La Perla Americana”, de Oviedo. A principios del siglo XX había 70 fábricas y en los años treinta, su época de esplendor, llegan a 100. Este número se mantiene hasta la década de los sesenta en la que se inicia el declive de la industria chocolatera asturiana, quedando en la actualidad solamente una fábrica en Meres (Siero). Hoy, son los museos y los coleccionistas los que conservan la historia del chocolate en Asturias.

Comercialización
Desde el siglo XVII hasta el XIX, el chocolate se consume básicamente como bebida caliente. A mediados del siglo XIX se solidifica ofreciendo una forma nueva: la tableta o libra dividida en onzas. Posteriormente aparecen nuevas formulas como el chocolate con leche, la crema de cacao o el cacao en polvo.
Las empresas chocolateras asturianas eran, por lo general, de carácter familiar y vendían sus productos en el ámbito local y regional. Influyeron en la vida social y económica de Asturias y contribuyeron a la expansión de la industria litográfica (fabricantes de envueltas y envases) y de las

empresas publicitarias. Las fábricas de chocolate optaron por personalizar la presentación de sus productos, de manera que fuera más fácil su identificación y se distinguieran de la competencia.

El diseño de las envueltas era muy artístico con el fin de hacer atractivos sus productos, incluyendo toda clase de reconocimientos (premios de exposiciones, proveedores de la Casa Real, etc.) y escogiendo imágenes que llamasen la atención del cliente

Publicidad
De ser un alimento caro y exclusivo, el chocolate pasó a ser un alimento popular. Hasta su mecanización no necesitaba reclamos publicitarios ya que se destinaba a un mercado muy local. Con posterioridad, la industria chocolatera utilizara todo tipo de publicidad (carteles, cromos, anuncios de prensa y radio…), contando para ello con el apoyo de famosos dibujantes, y con una pujante industria litográfica nacida al amparo de la revolución industrial, con dos centros a la cabeza: Gijón y Luarca.
Además de la publicidad habitual en revistas, carteles, postales o cromos, las fábricas de chocolate emplearon un gran número de objetos publicitarios de uso cotidiano como abanicos, dedales, espejos, calendarios o bandejas.  A través de toda esta publicidad se puede conocer la historia de las costumbres sociales y de las artes gráficas en Asturias.

Coleccionismo
El chocolate adoptó como principal estrategia publicitaria el coleccionismo de cromos, que se puso
de moda a finales del siglo XIX, cuando empezó la época de los grandes almacenes, la publicidad y el consumismo.
Estas cromolitografías comenzaron a distribuirse para llamar la atención de cliente y estimular su fidelidad hacia  un producto. Iban dirigidas fundamentalmente al público infantil, que recibía ese regalo al comprar una marca determinada. Este tipo de estrategia obligaba a las familias a consumir una misma marca hasta completar el álbum.

Los cromos destacaban tanto por el entretenimiento como por su valor didáctico. Sus contenidos estaban relacionados con los gustos de la infancia y la juventud: la naturaleza, los avances de la ciencia, la historia, la geografía, la literatura, el deporte o los propios personajes creados por las marcas como Pinín o Pin el Suave. Tras esta aparente intención pedagógica se escondían hábiles campañas de publicidad. Cromo a cromo se desarrollaría el coleccionismo y con él la competencia entre fabricantes. 

Fuente: Museo del Pueblo de Asturias, Gijón. 

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